

El mar no perdona descuidos. Y quienes lo vigilan lo saben bien. Por eso están aquí, bajo el cielo despejado de Boca del Río, en el Complejo Acuático Leyes de Reforma. Son los Guardavidas de el Puerto de Veracruz, un grupo que no necesita reflectores ni medallas: su recompensa es otra, invisible y urgente. Son los que se lanzan cuando todo arde, cuando el agua reclama. Y estos días, se entrenan como si cada minuto valiera una vida.
La capacitación es intensa, técnica y muy bien dirigida. Jesús Alarcón Guerrero, presidente del Grupo Interdisciplinario de Rescate Acuático, vicepresidente de la Federación Mexicana de Salvamento y Rescate Acuático y directivo internacional del ramo, está al frente. Su voz no busca impresionar: da instrucciones claras, con años de experiencia contenida en cada frase. “Comenzamos con primeros auxilios, luego gestión integral del riesgo, vigilancia efectiva. Hoy tocó nadar 400 metros para evaluar resistencia. También hicimos entradas de rescate, remolques, flotabilidad. Mañana toca RCP, extracción a cinco metros de profundidad, atención de enfermedades súbitas. Cerramos el sábado con simulacros en playa”, resume.
La escena no es para amateurs. Aquí se miden reflejos, fuerza y decisión. Entre los presentes está Martín Cervantes, líder del equipo de guardavidas de Veracruz. No participa como instructor, pero su papel es esencial: coordina, observa, respalda y entrena como el resto. “Somos 18 en el equipo, pero hoy vino la mitad. Nosotros vigilamos todo el año en playas como Regatas, Villa del Mar, La Hornos y Martí. No importa si es diciembre o Semana Santa”, comenta con la seriedad de quien entiende que la vigilancia no se toma vacaciones.

Falta de una red nacional formal de guardavidas en México
La falta de una red nacional formal de guardavidas en México preocupa. Alarcón lo explica sin rodeos: “No hay un registro integral. Algunos son voluntarios, otros dependen del municipio o asociaciones. En lugares como Tecolutla, por ejemplo, todo el trabajo es comunitario. Son profesionales, sí, pero sin respaldo institucional. Se intentó estandarizar protocolos en un evento nacional reciente en Durango, pero la asistencia fue limitada”.
La realidad es dispersa, fragmentada, desigual. Pero en Veracruz, al menos, hay esfuerzo sostenido. Falta estructura y apoyo institucional, pero hay liderazgo, hay mar… y hay quienes lo vigilan. Porque aquí, los guardavidas no solo se entrenan para reaccionar: se forman para prevenir, para leer el mar como quien descifra un código antiguo y violento.
A veces, los héroes no usan capas ni salen en la foto. Están ahí, en la orilla, mirando al horizonte. Son los ojos del mar.