La Antigua entra en la historia… otra vez
Este rincón veracruzano, cuna del primer cabildo de la Nueva España, es declarado Zona de Monumentos Históricos por su invaluable legado entre el río y la memoria.

Como experta en turismo y cronista de destinos con alma —de Kyoto a Toledo, de Cartagena a Oaxaca— puedo afirmar que pocos sitios en el mundo vibran con la misma mezcla de silencio, río y memoria que La Antigua. Hoy, esa resonancia histórica recibe un merecido reconocimiento: este poblado veracruzano ha sido declarado oficialmente Zona de Monumentos Históricos por el Gobierno de México.
El decreto, firmado por la presidenta Claudia Sheinbaum y publicado en el Diario Oficial de la Federación, reconoce la riqueza patrimonial de esta localidad que alguna vez fue Huitzilapan, “el río de los colibríes”.
Su trazo urbano, abrazado por ceibas centenarias y caminos empedrados, guarda huellas de los siglos XVI al XIX: la Ermita del Rosario, la Casa de Cortés, el Antiguo Cabildo, las Caballerizas de Santa Anna, y más.
Mucho antes de que existieran los mapas turísticos, La Antigua ya era un punto de referencia. Aquí desembarcó Hernán Cortés en 1519 y fundó el primer puerto y cabildo de la Nueva España. Por décadas, fue el epicentro del poder colonial en el Golfo, antes de que Veracruz tomara su lugar.
Este nombramiento no sólo preserva estructuras: preserva una narrativa, la del mestizaje, la conquista, la evangelización, pero también la resistencia de un paisaje que se niega a desaparecer bajo el peso del olvido o el cemento.
Con más de diez hectáreas protegidas, La Antigua se suma a otros tesoros patrimoniales del país y se consolida como un destino cultural ineludible para quienes no sólo viajan, sino que buscan comprender.
Porque no basta con ver la historia: hay que pisarla, oírla en el viento del río, sentirla bajo las losas gastadas. Y La Antigua, por fin, vuelve a ocupar el sitio que nunca debió perder.
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