AL DÍATRADICIÓN

Cuando el Carnaval volvió a ser nuestro

Tras años de cambios, el pueblo veracruzano logra que su fiesta regrese a febrero, con un homenaje a sus raíces mestizas y al espíritu jarocho que nunca se rinde.

Imagina una reina coronada en el esplendor del Carnaval de 1923: Evangelina Tejera, cuya belleza deslumbró al puerto de Veracruz, pero cuya vida se tiñó de sombras eternas. Tras su reinado, la “Maldita” —como la apodarían los cronistas— enloqueció y, en un acto de delirio, acabó con la vida de sus hijos, sepultándolos en macetas de su jardín. Esta anécdota escalofriante, que aún susurra en las tertulias veracruzanas, recuerda que el Carnaval nuestro, esa vorágine de máscaras y excesos, siempre ha sido un espejo de pasiones humanas, donde la alegría roza lo prohibido.

Pero no temas: en 2026, el “Carnaval más alegre del mundo” promete solo euforia, regresando a su fecha tradicional del 10 al 18 de febrero, un triunfo clamoroso de la voz colectiva de los veracruzanos.

Un regreso decidido por el pueblo

El anuncio, hecho oficial el 6 de octubre de 2025 en el Zócalo porteño, no fue un capricho burocrático, sino la respuesta a una demanda unánime de la sociedad local. En ediciones recientes, el traslado a marzo por motivos logísticos había generado murmullos de descontento: “¿Por qué alterar nuestra fiesta eterna?”, se preguntaban comparsas en redes y plazas.

El Gobierno del Estado cedió al pulso popular, confirmando que este regreso revitaliza el alma del puerto, sincronizándolo con el Miércoles de Ceniza y evitando choques con el spring break extranjero, que diluía su esencia.

“La fiesta ya empezó”, proclamó el director del Instituto Veracruzano de la Cultura durante la presentación, ante un mar de aplausos que ondulaba como las olas del Golfo.

El Carnaval como oxígeno social

Para los veracruzanos, el Carnaval no es un espectáculo: es oxígeno social. Une clases, edades y orígenes en un estallido de son jarocho, disfraces y comparsas satíricas. Su importancia radica en su poder regenerador: genera miles de empleos temporales, inyecta millones a la economía local y fortalece la identidad mestiza, fusionando raíces indígenas totonacas, africanas traídas en galeones y europeas del Virreinato.

Surgió en 1866, en plena efervescencia del Segundo Imperio de Maximiliano, como una válvula de escape a la opresión colonial: bailes clandestinos en salones porteños evolucionaron en desfiles masivos que, desde 1925, coronan a su Corte Real por voto popular —novedad que se reforzará en 2026, democratizando aún más la fiesta—.

Con temática inspirada en el Mundial de Fútbol, esta edición número 102 promete ser la más vibrante, un llamado a la catarsis colectiva en tiempos de pospandemia.

Turismo, fiesta y cultura

Si eres un forastero soñando con las brisas salinas del Golfo, o un jarocho de cepa que ya huele a mar y café en cada esquina, este Carnaval te convoca: reserva tu boleto al corazón de México.

Para los visitantes primerizos, es la excusa perfecta para desembarcar en un Veracruz que late como tambor: vuelos directos a su aeropuerto, hoteles boutique en el centro histórico y paquetes turísticos que fusionan fiesta con aventura. Y para los locales, un recordatorio de que la tradición no se negocia: es el pulso que nos hace invencibles.

Rutas y lugares imperdibles

En esta crónica breve, recorre conmigo los hitos que enmarcan el Carnaval, un tapiz de turismo, sabores y cultura que se enciende con los desfiles por el Boulevard Ávila Camacho y el Malecón.

Comienza por el Zócalo y el Palacio Municipal, epicentro de la coronación real el 10 de febrero: aquí, bajo arcos barrocos del siglo XVIII, la “Quema del Mal Humor” inicia la sátira política con comparsas que fustigan al poder con humor pícaro.

No te pierdas el Acuario de Veracruz, hogar de mantarrayas y tiburones en tanques de cuatro millones de litros: ideal para familias, y en temporada, sus pasillos vibran con ritmos carnavaleros.

Para lo cultural, sube al Cerro de Macuiltépetl en Xalapa —a dos horas—, un volcán extinto con miradores que besan nubes, o vuela a El Tajín, la pirámide totonaca Patrimonio de la Humanidad, donde la Danza de los Voladores desafía la gravedad en rituales que datan del 900 d.C. En 2025, Veracruz la impulsó como emblema cultural global.

Sabores que danzan

La gastronomía veracruzana es una fiesta en sí misma. Prueba el huachinango a la veracruzana —pescado rojo en salsa de tomate, aceitunas y chiles— en fondas del Malecón, o únete a rutas como la del café de Coatepec y la vainilla de Papantla, dos joyas que Veracruz nominó a Lo Mejor de México en 2025.

Y no dejes de visitar el Museo de Antropología de Xalapa, con sus colosales cabezas olmecas que narran tres mil años de mestizaje: un contrapunto reflexivo a la algarabía del puerto.

El Carnaval eterno

En 2026, Veracruz no invita: seduce. Ven, disfrázate, baila danzón en plazas empedradas y únete al desfile final del 18 de febrero, cuando cinco mil comparsas inunden las calles con plumas y sarcasmos.

Porque aquí, en el puerto donde América se gestó, el Carnaval no termina: se reinventa en cada alma que lo vive. ¿Estás listo para el regreso? El Golfo ya susurra tu nombre.

Las playas secretas de Alvarado

Sofía Costamar

Experta en turismo local (Veracruz), de México y quien conoce los más famosos lugares turísticos en el mundo.

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