Leonardo Yopihua: la disciplina que nació del agua
Desde Tierra Blanca hasta los mares de Italia, este joven veracruzano de 16 años ha convertido la natación en su forma de vida: una rutina de esfuerzo, sueños y constancia que hoy lo lleva a representar a México en competencias internacionales.

En Tierra Blanca, Veracruz, el agua no está tan cerca como en la costa, pero Leonardo Yopihua Andrade aprendió a nadar antes de aprender a escribir su nombre. Tenía apenas cuatro años cuando sus padres lo inscribieron, junto con su hermana, en clases de natación. Era una forma de aprender a flotar, de perderle el miedo al agua. Nadie imaginaba entonces que esa decisión marcaría el inicio de una vida disciplinada y llena de sueños que hoy, a sus dieciséis años, lo tiene entre los mejores nadadores juveniles de México.


Leo, como le dicen en el equipo Pirañas Triracing, habla con una serenidad que contrasta con la velocidad con que avanza en el agua. Su rutina diaria es tan rigurosa como la de cualquier atleta de élite: se levanta a las seis y media, va a la escuela, regresa a casa, hace tareas, come y a las cuatro y media ya está rumbo al entrenamiento.
Primero una hora de físico, luego dos de nado intenso. Llega a casa casi a las nueve de la noche. Cena, estira, hace un poco más de tarea y se duerme. Los domingos son su único descanso, aunque “descanso” es una palabra relativa: a veces sale a la plaza o pasa el día con su familia, pero la mente nunca se desconecta del agua.
“Todos los días entreno tres horas”, dice sin quejarse, como si hablara de algo natural. Y quizás lo es. Su cuerpo y su mente están adaptados al ritmo del agua. Lo suyo, dice, comenzó con los estilos más sencillos, pero la mariposa lo atrapó. Luego vinieron los fondos: 800, 1500 metros. Hoy, las aguas abiertas son su territorio.
Con el entrenador Artiles desde los 10 años
Con el entrenador José Luis Artiles de León trabaja desde los diez años. A él le atribuye gran parte de su desarrollo: “Es serio, pero nos apoya siempre. Tiene muy buenos planes de entrenamiento”. Bajo su guía, Leonardo y su compañera Marisela Escobar Falcón han logrado consolidarse como una dupla destacada del nado veracruzano.
Juntos representaron a México en el Campeonato Mundial Junior de Aguas Abiertas en Alghero, Italia, y antes conquistaron la segunda edición del evento “Por los Arrecifes Veracruzanos Gran Retto 2024” en Antón Lizardo. Ocho kilómetros de mar que recorrieron con una mezcla de resistencia y emoción. Leo lo hizo en una hora con cincuenta y seis minutos y veinte segundos; Marisela, en poco más de dos horas. Aquel triunfo no solo los confirmó como los mejores de su categoría, sino que también les dio la confianza necesaria para enfrentar el reto mundialista.
“Lo que más me gustó fue ver otros países y competir allá”, recuerda sobre Italia, donde vivió una de sus experiencias más formativas. No ganó medalla, pero ganó perspectiva: entendió el nivel del mundo y lo que hace falta para alcanzarlo.


“Remonté y ganamos”
A veces, mientras habla, parece que Leo no se da cuenta de lo mucho que ha logrado. Menciona sus victorias con modestia, pero su orgullo se asoma cuando recuerda la medalla de relevo de aguas abiertas en los Nacionales CONADE. “Remonté y por fin ganamos una medalla”, dice, con una sonrisa que apenas deja ver la intensidad con que lo vivió. En ese momento, la natación no fue solo técnica o fuerza: fue corazón.
Sus rivales —dice— son todos. No hay que menospreciar a nadie. Esa mentalidad competitiva pero respetuosa lo distingue. Lo impulsa a seguir, a mejorar, a buscar una medalla en cada competencia. En los Nacionales CONADE, en Campeche, volvió a demostrar su fortaleza, y en cada brazada lleva el eco de un sueño más grande: representar dignamente a México.
Y ahora viene lo que sigue: los Juegos Deportivos Escolares Centroamericanos y del Caribe 2025, en Córdoba, Colombia. Leonardo, junto con Marisela Escobar y Daniela Flores Lujambio, será parte del equipo mexicano que competirá del 1 al 10 de noviembre. Representarán no solo a Veracruz, sino a una generación de jóvenes que ve en el deporte un camino de superación. Leo participará en los 400, 800 y 1500 metros libres, pruebas que exigen tanto resistencia como precisión mental.


Su clasificación se logró tras una serie de competencias exigentes: la Copa Internacional Veracruz, la Olimpiada Nacional en Guadalajara, las Gimnasiadas de Puebla. Cada evento fue una prueba de constancia. Ninguno de esos logros llegó fácil: detrás de cada resultado hay madrugadas y cansancio, y el impulso de un adolescente que ha decidido que su lugar está dentro del agua.
Fuera de la piscina, Leonardo es un chico de 16 años al que le gusta el fútbol y los videojuegos. Le va al Real Madrid, pero no tiene equipo favorito en México. Habla de eso con naturalidad, como si necesitara recordar —o recordarnos— que sigue siendo un adolescente que sueña, ríe y disfruta los domingos. Pero cuando se le pregunta por su meta, la mirada cambia: “Quiero clasificar al mundial y ganar una medalla como Paulo Strehlke, que es un gran nadador de aguas abiertas”.
Hay una corriente interior que lo mueve. No es solo el deseo de ganar, sino la pasión de quien encuentra en el agua su forma de estar en el mundo. Leonardo Yopihua nada como si el mar le hablara en un idioma que solo él entiende. Su historia es la de un joven veracruzano que convirtió una rutina en destino, una brazada en promesa. Y, sobre todo, la de alguien que sabe que cada amanecer empieza —literalmente— con un salto al agua.
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