“Aquí las ideas no nacen bonitas, nacen bravas”
Entrevista con Rodrigo Condado, director de Marketing y Cultura de iLab y vocero de Ten Malas Ideas.

Aquí entre la brisa salada del malecón y los callejones que huelen a historia y café lechero, me encontré con Rodrigo Condado, un tipo que no habla con ideas como los demás. Él no anda vendiendo fórmulas mágicas ni frases de libro motivacional. Rodrigo viene con algo más raro: la invitación a pensar feo, a pensar incómodo… y a hacerlo con orgullo.
Estamos en una Riviera Veracruzana que ya no solo presume sus playas ni sus toritos, sino su creciente ecosistema de emprendedores. Negocios de jóvenes que lo mismo te venden tacos de mariscos con inteligencia artificial que jabones artesanales con causa social. Y en medio de ese mar de creatividad costeña, Rodrigo lanza una idea provocadora:
Pensar diferente antes que perfecto. Eso es lo que nos va a sacar del montón.
Así, sin azúcar.
Rodrigo es director de Marketing y Cultura en iLab y vocero del proyecto Ten Malas Ideas, una iniciativa que, como su nombre lo indica, te empuja a sacar esas ideas que parecen una locura. Las que suenas y dices: mejor no digo nada porque van a pensar que estoy loco. Bueno, justo esas son las que valen la pena, me dice mientras toma un café en un localito frente al río Jamapa.
Yo le pregunto lo que muchos emprendedores de la zona me han dicho: ¿Y si la riego? ¿Y si nadie me toma en serio? Él se ríe, pero no con burla. Se ríe porque entiende.
El miedo al ridículo es el cáncer de la creatividad. Muchas veces no innovamos, no porque no sepamos cómo, sino porque nos da pavor decir algo que suene tonto. Pero la mayoría de las ideas chidas empiezan sonando mal. Luego se trabajan.
Rodrigo habla como si estuviera dando cuerda a las mentes inquietas que veo cada fin de semana en los tianguis creativos de Boca, o en los coworkings frente al mar donde jóvenes traen mil proyectos en la cabeza y poco miedo a ensuciarse las manos. Él les habla como si los conociera, como si él también hubiera empezado con una idea que no encajaba en ningún pitch.
La innovación no es un camino recto. A veces parece más una calle empedrada de Las Bajadas, con baches, con curvas. Pero justo ahí, donde no hay mapa, es donde nace lo bueno.
Le pregunto si tiene una fórmula o una lista de pasos. Me mira y niega con la cabeza.
No hay fórmula. Lo que hay es permiso. Permiso para decir en voz alta la pregunta más absurda. ¿Y si juntamos agua de coco con energía solar? ¿Y si rediseñamos la venta de pescado como si fuera un videojuego? La cosa no es saber si es buena o mala. Es saber si te atreviste a decirla.
Y ese atrevimiento, desde la charla con Rodrigo, es lo que podría estar moviendo el pulso de la nueva economía veracruzana. Negocios que nacen de probar y fallar, de mezclar ingredientes sin receta, como quien improvisa una salsa nueva en el mercado Hidalgo. Porque a veces de una burrada sale una joya.
Antes de despedirnos, le pido una última frase, algo que pueda quedar tatuado en la mente de los nuevos emprendedores de esta Riviera que cada día se siente más viva, más creativa, más rebelde.
No guardes tus ideas por miedo. Lánzalas. Aunque suenen raras, aunque no se parezcan a nada. Ahí es donde empieza lo bueno.
Y así se va Rodrigo, dejando tras de sí una estela de preguntas sin respuesta… que tal vez algún loco del puerto convierta en la próxima gran idea.
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