Arroyo Moreno, el manglar que resiste a la ciudad
Un humedal urbano que respira entre el concreto y sostiene la calidad de vida en Veracruz.

Apenas a unos minutos de la zona turística de Boca del Río y del bullicioso corredor comercial que conecta con el municipio de Veracruz, se esconde un tesoro natural sorprendente: el manglar de Arroyo Moreno. Este ecosistema, ubicado en la llanura costera central del estado de Veracruz, se extiende a lo largo de un modesto río que atraviesa los municipios de Medellín de Bravo y Boca del Río, antes de desembocar en el río Jamapa, que a su vez vierte sus aguas en el Golfo de México.
Lo sorprendente no es solo su riqueza biológica, sino su insólita ubicación: un bosque de manglar contenido dentro de una zona urbana densamente poblada. Desde hace años, fraccionamientos, avenidas y desarrollos inmobiliarios han ido cercando su perímetro, hasta convertirlo en una rareza ecológica atrapada en el corazón de la mancha urbana.

Descubrí más sobre esta joya natural gracias a un valioso informe publicado por la Dirección de Comunicación de la Ciencia de la Universidad Veracruzana, y confieso que, como experta en turismo y amante de los ecosistemas singulares del mundo, pocas veces he encontrado un contraste tan dramático y, al mismo tiempo, tan revelador: un manglar ribereño —asociado a un cauce dulce con presencia de agua marina— resistiendo entre bardas, patios traseros y desagües urbanos.
Sí, leyó bien: un manglar en plena ciudad.

Entre patios traseros y raíces sumergidas
Los visitantes del fraccionamiento Las Vegas o del residencial El Dorado quizá no lo noten, pero tras sus patios traseros hay una joya ecológica. Este bosque inundable, que alguna vez fue vasto y conectado con la vida de los ríos y el mar, hoy resiste entre bardas y desarrollos inmobiliarios, luchando por no convertirse en un caño más.
Desde el 2008, Arroyo Moreno cuenta con la categoría de Reserva Ecológica, una etiqueta legal que debería proteger sus 249 hectáreas. Sin embargo, los números revelan otra historia: un 14% del manglar se perdió entre 1976 y 2005, y desde entonces la erosión ambiental no ha cesado. La zona norte del manglar es hoy solo un conjunto de manchones desconectados.

Un pulmón entre manglares
Y sin embargo, este lugar respira. Es el único pulmón arbóreo natural que queda en la conurbación Veracruz–Boca del Río–Medellín–Alvarado. Lo que para muchos es solo una zona verde más, para quienes entendemos los ciclos ecológicos representa un corazón que bombea vida: regula el clima local, purifica el agua, estabiliza nutrientes esenciales y da hogar a especies que en muchos lugares ya son solo recuerdos.
Allí viven el tecolotito abajeño, la golondrina canadiense, y hasta el tímido oso hormiguero. La iguana negra y el majestuoso aguililla de cola roja sobrevuelan los mangles, cuyos árboles —rojo, blanco, negro y botoncillo— se encuentran todos bajo alguna categoría de protección legal.
Humedales: esponjas que sostienen la ciudad
Lo que sucede en Arroyo Moreno no es un caso aislado. Forma parte de un complejo sistema de humedales urbanos que salpican la región costera de Veracruz. Desde las 944 hectáreas de lagunas interdunarias hasta las más de 1,300 de Tembladeras–Laguna Olmeca, y sin olvidar las 65 mil del Sistema Arrecifal Veracruzano, esta zona conurbana —que a veces parece no saberlo— está literalmente sostenida sobre esponjas naturales que la protegen de inundaciones, filtran sus aguas y ayudan a contener los efectos del cambio climático.
¿Sabían que estas áreas naturales protegidas, en conjunto, superan por mucho la superficie del famoso Central Park de Nueva York? Veracruz no solo tiene historia, mar y son jarocho: tiene también un patrimonio natural impresionante.
Mundo Manglar: una apuesta por el futuro
Por eso iniciativas como Mundo Manglar, impulsadas por Pro Natura Veracruz, son más que necesarias: son urgentes. Esta plataforma busca visibilizar los productos y servicios sustentables que emergen de los humedales mexicanos, conectando el cuidado ambiental con el bienestar económico de las comunidades.
No es solo cuestión de conservación: es una estrategia de supervivencia. En un mundo que ya siente los efectos del cambio climático, proteger los humedales es proteger nuestras casas, nuestra comida, nuestro clima y nuestro futuro.
¿Y nosotros?
Arroyo Moreno no es solo un caso de estudio o un rincón verde en el mapa. Es un símbolo. Representa la posibilidad —y también la responsabilidad— de que la ciudad y la naturaleza puedan convivir si hay voluntad política, conciencia ciudadana y participación activa.
La guía comunitaria “Conservación de la biodiversidad en manglares bajo manejo forestal” nos recuerda que sí es posible un manejo responsable de estos ecosistemas. Pero para ello se necesita que los habitantes de esta región no se conformen con mirar el manglar desde la ventana: hace falta que lo defiendan, lo limpien, lo visiten y lo valoren.
Porque si no lo hacemos, el manglar de Arroyo Moreno se convertirá en otra postal de lo que fue. Un bosque devorado por el asfalto. Un río convertido en drenaje. Un canto silenciado por la indiferencia.
Veracruz tiene frente a sí una oportunidad única: hacer de sus humedales urbanos no un recuerdo, sino una promesa viva.